Movimientos y Comunidades Religiosas
La Diócesis de Penonomé, cuenta con ocho comunidades Religiosas, que apoyan cada día en el trabajo Pastoral, a nuestra Iglesia coclesana.
Hermanitas de la Anunciación
Monseñor Marcos Gregorio Magrath, el Padre Pedro José Marín Medrano y el Ingeniero Eugenio Aguilera Patiño. Con el objetivo de la fundación Virginia Patiño de aguilera tocaron varias puertas de Congregaciones Religiosas con el fin de organizar bien esta obra en beneficio de la niñez y juventud panameñas.
Ante esta petición la Congregación Religiosa de Hermanitas de la Anunciación, acepto la invitación realizándose el día 2 de Junio de 1989. La Superiora Provincial acompañada por tres Religiosas, ellas fueron las Hermanitas: Providencia del Rosario, María Nazaret Atehortua y Rosa Elisa Agudelo.
Arribaron en el Aeropuerto Omar Torrijos de la Ciudad de Panamá, donde fueron recibidas muy cordialmente por el Arzobispo, algunos sacerdotes, religiosas y feligresía del pueblo de Antón.
El objetivo principal de la fundación, fue la formación espiritual – humana y alimentación adecuada y nutritiva a los niños y jóvenes estudiantes, de bajos recursos y zonas distantes. Realizándose así el sueño del Ingeniero Eugenio Aguilera Patiño, quien deseaba esta Fundación para beneficiar a tantos niños necesitados.
Actualmente las Hermanitas de la Anunciación, continuamos brindando alimentos a los niños y jóvenes. En este momento los estudiantes del IPHE. Son los beneficiados.
Además colaboramos en la Parroquia, la Liturgia, la Catequesis, Pastoral de la Salud, Infancia Misionera, Delegados de la Palabra de Dios en varias comunidades. Estamos siempre dispuestas a servir con mucho amor.
Hermanas de la Caridad de Santa Ana
El 2 de enero de 1974, los Padres Claretianos de la Parroquia de San Juan Bautista de Aguadulce, respaldados por el Sr. Arzobispo Monseñor Marcos Gregorio Mc. Grant, solicitaron a la Superiora Provincial Hna. María Victoria Vega, religiosas para trabajar en la Pastoral de Aguadulce, Coclé, Panamá.
Simultáneamente el Dr. Jorge Medrano solicitó hermanas enfermeras para trabajar en el Hospital Marcos Robles de Aguadulce.
El Consejo Provincial estudio las posibilidades y el campo de apostolado que les ofrecían, elevando la solicitud a la Madre General quién la autorizo inmediatamente.
DESARROLLO:
El 31 de agosto 1974 llegaron Aguadulce, Hna. Elisa Lacasa Iguacel, Hna. Teresa Hernández Vindas y Hna. Rosario Alvarado Ovares.
Recibieron una calurosa Bienvenida de parte del Párroco Vicente Sidera quién anuncio en la homilía, como un acontecimiento para la población, la llegada de Religiosas a prestar sus servicios en el Hospital y a la Parroquia, ofreciéndoles la acogida y hospitalidad de toda la población. Terminada la Santa Misa gran números de fieles se acercaron a ellas a darles la bienvenida.
Los cuartos que se les había ofrecidos en el hospital no estaban aún acondicionados por lo que la Señora Alicia de Loase les brindo un cuarto en su casa y la alimentación, permanecieron solo tres días. Luego se trasladaron al área destinada para vivienda, acondicionando una habitación para capilla, asistiendo diariamente a la Eucaristía en la Parroquia.
El 1° de Setiembre de 1974 iniciaron la labor en el Hospital Marcos Robles (el único en el área) al principio fue muy duro, pues se carecía de material y comodidades para trabajar y atender a los enfermos debidamente, prestando atención espiritual a enfermos, familiares y personal de la institución.
El 5 de Marzo 1975 llegó la Hna. María Luisa Berrahondo Ramírez y la Hna. Zulay Fallas Padilla para trabajar a tiempo completo en la Evangelización.
El 15 de abril de 1975 pasaron a vivir en la antigua casa cural que hasta entonces había sido casa de velación, acondicionando el salón grande para vivienda.
Las hermanas que realizaban su misión en el campo de sanidad permanecieron por espacio de siete años, pasando por estas salas, diferentes Hnas. enfermeras que con gran amor y entrega sirvieron, hasta el 21 de agosto de 1981 que la última Hna. que laboraba en el Hospital regresó a España.
Hermanas Oblatas del Divino Amor
La llegada de las Religiosas Oblatas AL DIVINO AMOR a Penonomé se debió al Monseñor Marcos Gregorio McGrath, Obispo de la Arquidiócesis de Panamá.
En marzo de 1972 llegaron a Panamá las Religiosas Oblatas al Divino Amor: Sor Hilda Ramírez, Sor Claudia Aguilar y Sor Dolores Larios, provenientes de Costa Rica a petición de Monseñor McGrath, a la Superiora Provincial del Instituto Religioso O.D.A. de ese momento, la Madre Concepción Álvarez. Ellas formaron parte del primer equipo de Evangelización que se formó a raíz de la muerte del Sacerdote Héctor Gallegos. Después de un periodo de preparación, fueron enviadas en grupo a conocer la realidad de los lugares donde irían a trabajar. Se les envió a las montañas de Coclé, donde formaban pequeñas comunidades con sus responsables. Después de tres meses, se reunieron en Panamá con Monseñor Mc Grath y al equipo para informar sobre las vivencias y realidades encontradas. A partir de este encuentro se nombró a Sor Hilda Ramírez y a un grupo de laicos comprometidos a visitar San Miguelito y Curundú en la ciudad de Panamá. Finalizada este misión, en el mes de junio, la superiora Provincial Madre Concepción Álvarez, envió otras religiosas para la nueva Comunidad en Penonomé, a trabajar en la Parroquia San Juan Bautista de Penonomé. Formaban este grupo: Sor Flora Eugenia Villalobos, Sor Juanita Otárola y Sor Hilda Ramírez como superiora de la Comunidad.
La Comunidad Penonomeña las acogió con mucha generosidad y gratitud, Las Religiosas vivieron algunos meses en una casa alquilada pagada por la Federación de Mujeres Católicas. No les faltaba nada. La misión era hacer las visitas domiciliarias en las comunidades.
Monseñor Aurelio García Pinzón, en ese entonces Padre Aurelio, les indicó que la primera comunidad donde realizarían la misión evangelizadora sería ‘’El Alto de las Cholas’’, hoy en día Vista Hermosa. La Hermanas iban y venían a pie. Visitaban casas, escuela, formaban grupos de jóvenes, niños, catequistas, entre otras. Otras comunidades visitadas fueron: Monte Lirio (Chorrerita). Pueblo Nuevo, Las Guabas, las Peñitas, el Puerto, Cermeño, El Rosario, Ciruelito, El Silencio, Cañaveral, Chigoré.
La orden de San Agustin
Los Agustinos Recoletos son una orden religiosa formada por cerca de 1.200 religiosos que, viviendo la vida fraterna en comunidad, quieren seguir a Cristo, casto, pobre y obediente; buscan la verdad y están al servicio de la Iglesia; se esfuerzan por crecer en la caridad según el carisma de san Agustín y la intensidad propia de la Recolección, movimiento de interioridad y radicalidad evangélica.
ORIGEN
La Orden surge en el siglo XVI, cuando algunos religiosos agustinos, bajo el impulso del Espíritu Santo, por un especial carisma colectivo, desearon vivir su vida consagrada con renovado fervor y nuevas normas al servicio de la Iglesia. El Capítulo de la Provincia de Castilla, celebrado en Toledo en 1588, determinó que en algunas casas se viviera este nuevo modo de vida. A los pocos años de iniciarse la recolección, en 1605, parte la primera expedición misionera a Filipinas.
Los agustinos recoletos son herederos de la forma de vida suscitada por San Agustín (354-430) y asumida en el siglo XIII con espíritu mendicante por la Orden de San Agustín (Gran Unión de 1256). Después de más de tres siglos de historia, en 1912, fueron reconocidos por la Iglesia como orden religiosa autónoma.
Su proyecto de vida es el propio de una orden religiosa, suscitada bajo el impulso del Espíritu Santo y aprobada por la Iglesia: viviendo en comunión de hermanos, desean seguir a Cristo, casto, pobre y obediente; buscan la verdad y están al servicio de la Iglesia; se esfuerzan por conseguir la perfección de la caridad según el carisma de san Agustín y el espíritu de la recolección.
CARISMA DE LOS AGUSTINOS RECOLETOS
El carisma es una experiencia del Espíritu Santo que implica un modo específico de ser, una específica misión y espiritualidad, estilo de vida fraterna y estructura al servicio de la misión eclesial. El carisma agustiniano se resume en el amor a Dios sin condición, que une las almas y los corazones en convivencia comunitaria de hermanos, y que se difunde hacia todos los hombres para unirlos en Cristo dentro de su Iglesia. La vivencia del propio carisma les transmite la vitalidad que procede del Espíritu Santo, los renueva constantemente y los impulsa a la formación permanente para estar disponibles en el servicio de la Iglesia. La Orden está formada por religiosos sacerdotes y religiosos hermanos; todos ellos viven su vocación, comparten la vida fraterna en la comunidad y tienen una misión que realizar.